La captación de talento siempre ha sido un reto para las organizaciones y cada día se suman nuevas variables a esta “guerra por las y los mejores”. En la actualidad, la cultura organizacional se ha convertido en un factor determinante para las nuevas generaciones a la hora de elegir un trabajo. Los jóvenes desean formar parte de empresas donde se sientan valorados, se identifiquen con sus principios y tengan oportunidades de crecimiento. Un buen sueldo ya no es suficiente, buscan un ambiente laboral positivo y un propósito que trascienda.
Según una encuesta de Gallup, los empleados comprometidos con su trabajo son un 21% más productivos. Aquí es donde la cultura organizacional juega un papel crucial, ya que un entorno positivo y motivador fomenta la lealtad, el sentido de pertenencia y el orgullo de los empleados. Una cultura sólida y positiva crea un ambiente laboral propicio que beneficia tanto a los empleados como a la empresa en su conjunto.
Una cultura empresarial sólida tiene un impacto directo en el negocio. Los colaboradores que disfrutan de su entorno laboral son más productivos y eficientes, se ausentan menos y suelen tener menos conflictos laborales, generando mayores rendimientos y menores costos.
Los datos de un estudio de Deloitte revelan que el 94 por ciento de los ejecutivos y el 88 por ciento de los empleados consideran que la cultura organizacional es crucial para el éxito de la empresa. Según la misma fuente, la percepción de los empleados sobre su empresa es un 20% más positiva si ésta cuenta con una cultura organizacional sólida.
Amira Abdel, consultora especializada en desarrollo profesional y cultura organizacional en Zimat Consultores, destaca que este es uno de los principales desafíos para las empresas, no solo atraer, sino también retener el talento. “Es un tema estratégico que afecta tanto a los resultados financieros como a la reputación de las empresas. Las organizaciones deben priorizar este aspecto para garantizar su rendimiento y competitividad”, señala.
La medición de la cultura organizacional permite detectar oportunidades de cambio y mejora. De hecho, el 90 por ciento de los empleados que trabajan en compañías con una cultura organizacional sólida confían en el liderazgo de la empresa, según los datos de Deloitte.
La pandemia de COVID-19 ha provocado un cambio masivo en los entornos laborales. Con la transición del trabajo presencial al remoto o híbrido, estamos presenciando cambios significativos en la cultura organizacional. Esta situación representa una gran oportunidad para que las organizaciones evalúen sus prioridades y construyan entornos de trabajo donde los empleados se sientan seguros, comprometidos, inspirados y productivos, ya sea en casa, en la oficina o en la primera línea.
Las empresas deben tener en cuenta que cada empleado es un vocero potencial con alta credibilidad. Lo que ella o él tiene que decir de la empresa repercute en la percepción que se tiene en las comunidades en las que opera directamente, pero también con consumidores, clientes, autoridades y otros grupos de interés a través de las redes sociales.
La cultura laboral ha dejado de ser un tema privado que se discute y maneja al interior de la organización, ahora juega un papel importante en la decisión de los jóvenes al buscar empleo, de los consumidores al seleccionar marcas o de autoridades al definir políticas y regulaciones.