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Arturo Mora

2024. Año “jugoso” para los medios

Si ya hemos tenido una sobresaturación en la comunicación publicitaria, ahora en el 2024 se sumará un “tsunami” imparable de mensajes propagandísticos. Pónganse los cinturones.

El año que estamos estrenando se presenta como un capítulo crucial en la historia política global, con elecciones previstas en diversos países; y la inversión en agencias y medios tendrá un papel muy importante para el objetivo que quieren alcanzar los candidatos y sus correspondientes séquitos.
Diferentes campos de batalla presentes en 74 países. Casi la mitad del mundo vivirá elecciones en el 2024. De acuerdo a datos del banco Mundial, esa población mencionada significa alrededor de 3,990 millones de personas (considerando que en noviembre de 2022 habiamos llegado a 8,000 millones, de acuerdo a la ONU). ¿Cómo ven el tamaño del público posible de recibir mensajes propágandísticos este año?
Países con elecciones libres, entre los que se encuentran 27 estados de la Unión Europea, Brasil, Estados Unidos (incluyendo al infame Trump) o México (sin reírse, por favor) y en otros donde las condiciones se pueden considerar lo contrario a ser democráticas y justas, como el caso de Bangladesh, Venzuela, Irán o Rusia (con la respectiva reelección de Putin).
Unas elecciones que se llevarán a cabo dentro de un ambiente internacional complicado, sobre todo por los conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania y la guerra entre el movimiento de Hamas e Israel, pero en el que no se les estará dando la importancia debida, porque lo que tendrá más relevancia es todo el recurso que se
utilizará para la propaganda y el poder que se buscará ganar en cada país o localidad involucrada.
De acuerdo al informe de la consultora británica Warc Global spend outlook 2023/24: Withstanding turbulences, se estima que la inversión publicitaria superará ell billón de dólares en medios. Aquí es donde las empresas de medios y agencias están levantando sus antenitas, no nada más por el interés comercial de empresas y marcas, sino porque los partidos políticos también soltarán mucho (muchísimo) dinero para ser vistos y escuchados por su públicos de interés hasta el cansancio.
A medida que las elecciones se acercan, los candidatos y partidos políticos aumentan sus esfuerzos para construir y consolidar su imagen. La inversión en propaganda política podrá ser utilizada tanto en estrategias calculadas para influir en la opinión pública como para mostrarse con mensajes en los que estén “vendiendo” a un candidato como si fuera una lata de refresco o una crema para los callos, en lugar de dar mensajes de contenido de interés para los votantes. La televisión, las redes sociales y otros canales digitales son los campos de batalla donde se librará esta guerra de percepciones.
No es nuevo para ninguno de nosotros que la era digital transforma radicalmente la forma en que se lleva a cabo la propaganda política. En 2024, las campañas no solo se juegan (y jugarán) en mítines y debates, sino también en la pantalla de tu dispositivo.
La inversión en anuncios digitales y campañas en redes sociales es una prioridad estratégica para alcanzar a una audiencia que vive en línea y que está poniendo como jueces y verdugos a la misma sociedad, aunque no se den cuenta de que están siendo utilizados como una herramienta extendida de los medios pagados.
Veremos, peligrosamente, como es usada y replicada la manipulación de la información y como romperán con la privacidad de los candidatos para “mostrar esqueletos guardados en sus closets”, y en ello, se usarán millones de dólares que salen de los bolsillos de los mismos votantes. Si está acción se llevaba con los medios tradicionales, veremos como explotará en la cúspide el uso de los medios digitales.
Por un lado, los políticos lucharán por la atención del electorado, por otro, las marcas comerciales seguirán compitiendo por la preferencia del consumidor. Y habrá una batalla por la atención de la gente, pues nos encontraremos en un amplio periodo de saturación de anuncios políticos y comerciales que plantea desafíos para ambas partes. En el ámbito político, la sobreexposición puede llevar a la fatiga del votante,
mientras que en la publicidad comercial, la competencia feroz puede resultar en la pérdida de la atención del consumidor. Veremos al final del año los resultados del caos que está por llegar.
Será un paisaje fascinante y desafiante. Mientras los candidatos buscarán ganar corazones y mentes, las marcas comerciales querrán asegurar una cuota de mercado en un entorno saturado. La inversión en publicidad, propaganda y en medios desempeñará un papel crucial en la definición del resultado electoral y la dirección de la comunicación comercial en los meses y años venideros. Este cruce de caminos entre política y publicidad pone de manifiesto la creciente importancia de entender la intersección entre la esfera pública y privada en la era contemporánea.

 

 

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