La Copa del Mundo de la FIFA 2026 será un evento sin precedentes en la historia del fútbol, no solo por su formato expandido que incluirá a 48 equipos por primera vez, sino también por su peculiar organización tripartita entre Canadá, Estados Unidos y México. Nuestro país, con una rica historia futbolística y como anfitrión previo en 1970 y 1986, enfrenta un escenario prometedor y desafiante al mismo tiempo. Esta semana, se dio a conocer el calendario de partidos para las sedes mundialistas y ha sido tema de conversación importante en los últimos días. Por ello, en esta ocasión analizo de forma general,  el impacto que el calendario de partidos del Mundial 2026 tendrá para las ciudades mexicanas seleccionadas como sedes (CDMX, Guadalajara y Monterrey) y las oportunidades directas e indirectas que surgirán.

Impacto en las Ciudades Anfitrionas

Las ciudades mexicanas elegidas para albergar los partidos de la Copa del Mundo serán centros de atención internacional, lo cual traerá consigo un impulso significativo en términos de infraestructura y desarrollo urbano. La necesidad de estadios modernos y eficientes, junto con mejoras en el transporte, alojamiento, y servicios turísticos, requerirá una inversión considerable. Sin embargo, este gasto inicial se ve como una inversión a largo plazo que beneficiará a las ciudades mucho después de concluido el torneo. Es el legado de estas competencias.

Además, el aumento en la demanda de servicios durante el torneo generará un estímulo económico directo, desde el sector hotelero y restaurantero hasta el comercio local. Se espera que la afluencia de turistas nacionales e internacionales impulse la economía local, creando empleos temporales y aumentando los ingresos por concepto de turismo.

Oportunidades Directas

Las oportunidades directas derivadas de la Copa del Mundo son variadas. En primer lugar, la visibilidad global actuará como una plataforma para promover las ciudades anfitrionas como destinos turísticos, lo cual puede traducirse en un incremento sostenido del turismo como ya habíamos comentado. Adicionalmente, la construcción y renovación de infraestructuras deportivas ofrecen la oportunidad de modernizar las instalaciones existentes y dejar un legado para el fútbol local de las tres ciudades. Este no es un punto menor, los estadios-sede de este Mundial son estadios “en uso” actualmente y lo seguirán estando posterior al evento. Caso contrario a lo que se vivió en Qatar recientemente o bien, lo que sucedió con algunos estadios en Brasil o Sudáfrica que terminaron siendo verdaderos “elefantes blancos” ya sea por que son sub-utilizados o porque definitivamente no tuvieron otro uso tras la competencia. Las mejoras a los estadios Azteca, BBVA y Akron, seguirán siendo disfrutadas por los aficionados al fútbol en México de forma prácticamente inmediata al finalizar la justa mundialista (incluyendo las mejoras a las vialidades).

Las actividades relacionadas con el evento, como las fan zones y eventos culturales, generarán ingresos adicionales y fomentarán la participación comunitaria local. Estos espacios ofrecerán oportunidades para que los negocios locales se involucren directamente con el evento, ya sea a través de la venta de productos oficiales, la oferta de servicios, o la realización de eventos temáticos. Aquí, creo que la sede de Monterrey tiene una visión muy interesante de esta oportunidad, misma que se irá desarrollando desde este momento.

Oportunidades Indirectas

Más allá de los beneficios económicos directos, existen oportunidades indirectas que pueden tener un impacto duradero en las ciudades anfitrionas. La mejora en la infraestructura, especialmente en transporte y servicios, debe beneficiar a los residentes a largo plazo. Asimismo, la experiencia de organizar un evento de tal magnitud puede fortalecer las capacidades locales en términos de gestión de eventos, seguridad y hospitalidad. Es una experiencia que permite la transmisión de conocimiento, mejores prácticas que van a permear en la forma de trabajo local.

La exposición internacional también puede atraer inversiones extranjeras, no solo en el sector turístico sino en áreas como tecnología, energías renovables y educación. La proyección de una imagen positiva de México en el escenario mundial puede contribuir a desmitificar percepciones negativas y destacar la riqueza cultural, histórica y natural del país.

Desafíos a considerar

Sin embargo, no todo es color de rosa. Los desafíos incluyen la garantía de que las inversiones sean sostenibles y no generen esos  “elefantes blancos” que comentaba previamente, es decir, infraestructuras subutilizadas post-evento. La inclusión social y la equidad en los beneficios económicos también serán aspectos cruciales para evaluar el éxito del evento. Además, es vital que las estrategias de desarrollo y promoción se alineen con los objetivos a largo plazo de las ciudades y el país, asegurando que el legado de la Copa del Mundo 2026 sea positivo y duradero.

Para mi, la Copa del Mundo de la FIFA 2026 ofrece a México una oportunidad única para promover nuestra cultura, fortalecer la economía y mejorar la infraestructura de las ciudades sede. Las ciudades anfitrionas pueden maximizar los beneficios del torneo aprovechando las oportunidades que se presentan y, de esta forma, asegurando que el legado sea benéfico para las generaciones futuras.